Mañana no comenzarán las clases por una decisión del gremio docente. Una vez más los intereses de los alumnos se verán afectados para priorizar los intereses de los adultos. Una decisión que daría vergüenza en cualquier parte del planeta. En un país donde la educación es laica, libre y gratuita y que ha sido ese sistema público que deslumbró a América del Sur se encuentra en sus mínimos históricos y golpea en el erario como si fuera de altísima calidad. No hay forma de entenderlo, pero sí hay responsables.
En las últimas décadas -en democracia y en libertad- el retroceso ha sido notable y la discusión pública ha sido un debate que tuvo un falso eje situándose entre estar a favor o en contra de los trabajadores docentes. Siendo estos por definición le educación pública y quien no esté de acuerdo con esa dialéctica, está en contra de aquella.
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Con solo detenerse a analizar el significado de algunas palabras utilizadas para destacar el accionar gremial alcanza para comprender cuan lejos estamos de resolver la cuestión educativa. Hablando en primera persona, no estoy de acuerdo cuando se habla de lucha por una educación pública. La educación pública es de todos, no pertenece a una facción. La educación publica ha sido una construcción social a lo largo de más de un siglo.
No debiera ser necesario recordar todo lo que ha entregado la educación pública a millones de compatriotas. Ha sido el motor del progreso social, sacó a millones de argentinos de la pobreza y surtió de profesionales e investigadores a toda América Latina. Sin ir más allá, pero contextualizando de que hablamos cuando hablamos de educación, se trata de la médula del progreso y la cohesión social. A partir de esta definición básica y elemental se puede discutir qué pasa con ATEN y su particular lucha por la educación pública.
Mañana no comenzarán las clases por una protesta que busca el rechazo a la Ley de Incentivo docente. La ley está vigente y la medida de fuerza no va a torcer el rumbo de la decisión del gobierno. ¿Contra quien es la medida? ¿A quién afecta?
Muchas veces la jactanciosa y presumida postura progresista y en el caso de ATEN capital revolucionaria posición, frente la decisión del gobierno de terminar con las veniales deformaciones del sistema nos enfrenta a un debate acerca de que sociedad estamos construyendo.
No estamos hablando de un gremio precarizado, no estamos hablando de un gobierno autoritario sino surgido de la voluntad popular, y si fueron condescendientes con gobiernos anteriores que hicieron la vista gorda ante estas desviaciones bien podrían colaborar con que se terminen y dejar de sangrar esos recursos para volcarlos en la masa salarial. Eso es en definitiva lo que está sucediendo.
Se encontraron con un gobierno decidido a terminar con estas situaciones y que no quiere que la guerra interna de ATEN tenga de rehenes a los niños. Dejar de jugar a la revolución con los pibes sería una medida progresista en cualquier lugar de la tierra, menos aquí en Neuquén donde hablar de sentido común, de progreso y de gestionar con criterio los recursos públicos se ha convertido en mala palabra.
La cúpula gremial se ha empoderado a partir de la tragedia de Carlos Fuentealba, un hecho lamentable e irreparable. Esa bandera y ese dolor genuino ha convertido a algunos dirigentes en vacas sagradas, nadie los puede tocar. La complicidad de la política tampoco está ausente, la ineficiencia, la corrupción y la desidia se hicieron socios para construir este estado de cosas a las que hay que cambiar.
Basta de esta parodia revolucionaria que consiste en sacarle horas de clases a los chicos y recortarles el futuro con la florida idea de que están salvando al sistema educativo. No solo no están salvando al sistema, sino que lo han traído a esta situación. No hay forma de entender que los derechos laborales estén por encima del derecho a estudiar de los chicos. La formación de los futuros ciudadanos tiene dos pilares fundamentales, la incorporación de valores que se transmiten en la casa y la formación educativa que reciben en las aulas.
En un país donde las estadísticas oficiales marcan que la pobreza hunde a más del 55 % de los niños, cerrarle las aulas es seguir atizando ese fuego que les devora posibilidades de salir de esa situación.
Tomás Bulat fue un economista argentino que vivió muy pocos años y ejerció la docencia. En el apogeo de su vida un accidente automovilístico perdió la vida cuando volvía de dar una clase. Dejo un par de frases que merecen ser compartidas como reflexión:
“Cuando se nace pobre, estudiar es el mayor acto de rebeldía contra el sistema"
"El saber rompe la cadena de la esclavitud"
"Que la suerte te sorprenda estudiando"
Una invitación a pensar para aquellos que creen que por hacer huelga a los pibes están llevando a cabo una revolución.