Uno de los meses más complicados del año es el mes del inicio del invierno, no solo por la cuestión climática, que importa obviamente, sino también porque es el mes de las “pestes”; tiene la noche más larga del año; se recuerda el derrocamiento de Arturo Illia; también ocurrió en esta estación “la noche de los bastones largos”, un episodio represivo durante la dictadura surgida tras el golpe de Estado del 28 de junio de 1966 en Argentina, cuando la policía desalojó violentamente a profesores y estudiantes de la Universidad de Buenos Aires. Y una de las frases que también se inmortalizó fue “hay que pasar el invierno”, pronunciada por un ministro de Economía —el ingeniero Álvaro Alsogaray—, insigne referente de la derecha argentina.
En eso está el equipo económico nacional, que necesita pilotear la situación para mantener bajo dominio la inflación y las reservas del Banco Central. Todo tiene el límite y la urgencia que marca el tiempo electoral.
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Se trata de llegar al último domingo de octubre con un buen humor social y, ya con una nueva relación de fuerzas en el Congreso, ver cómo sigue la cosa. En otro siglo, en otra época histórica, seguimos viendo cómo pasar el invierno.
Integración
Mientras la política exterior de la Nación tiene como eje la subordinación al eje Israel-EE.UU., encabezado por Donald Trump y Benjamín Netanyahu y su visión geopolítica, en la provincia de Neuquén existe un corte vertical con aquella visión, y el eje de fortalecimiento de integración con Chile se suma a la relación con Brasil y Uruguay.
¿Por qué hablamos de una política exterior diferente a la de Nación desde la provincia? Porque Neuquén tiene un producto diferencial que le permite la singularidad de negociar ese producto cara a cara con países limítrofes como los nombrados, y ese producto es el gas.
Por eso, el gobernador Rolando Figueroa, ni bien asumió su mandato, gestionó con líderes vecinos la provisión de gas reuniéndose con Lula en Brasil, con el presidente electo de Uruguay, Yamandú Orsi, antes de que este asumiera la presidencia, y profundizó la relación con los gobernadores de las regiones del Ñuble, Araucanía, Biobío, Los Lagos y Los Ríos.
La relación amistosa de Rolando Figueroa con el anterior gobernador de la región del Biobío, Rodrigo Díaz Wörner, se mantuvo más allá del mandato del trasandino, pero fue vital para la reconstrucción de la confianza perdida por incumplimientos argentinos.
Esa agenda binacional dio un nuevo paso en el encuentro desarrollado en el espacio cultural Domuyo, en la capital neuquina, esta semana. El crecimiento de ambas regiones, unidas por la cordillera de los Andes, está más cerca a partir de la vocación política de integración.
También está el interés estratégico de la salida al Pacífico que brindan los puertos trasandinos a los productos neuquinos. Se cerró una buena semana para la provincia.
El cabotaje
La política local es la llave de la legitimidad de cualquier proyecto de poder. Una vez que se obtiene el pasaporte de la legitimidad brindada por los comprovincianos a través de su voto, se puede pensar en cualquier experiencia, pero primero hay que ganar las elecciones.
Y esa obsesión acompaña a los gobernantes como su propia sombra. Máxime en este año donde hay que renovar las bancas en el Congreso de la Nación.
Es muy interesante utilizar la escucha y, por supuesto, también la observación para ir conociendo cómo la disputa de las narrativas enfrentadas va desplegándose en el escenario electoral.
Uno de los experimentos de esta última quincena es el pretencioso frente anti Milei que, junto a una decena de dirigentes de distintas fuerzas, tiene la intención de autodesignarse la verdadera oposición de Milei en Neuquén. Este intento de colar la narrativa anti Milei juntó a poca gente y le dio visibilidad al dirigente Jesús Escobar, quien antaño fuera una joven promesa; hoy luce una blanca cabellera, repitiendo fórmulas electorales.
Hoy la foto es junto a Darío Martínez. Ambos dirigentes tuvieron una estrecha relación de confianza política con Jorge Sapag en la era esplendorosa del dirigente azul-emepenista.
La doble crisis del peronismo no parece tener respiro. Por un lado, internamente siguen soportando el control político absoluto de Oscar Parrilli, fortalecido ahora por la centralidad recuperada por Cristina Fernández de Kirchner. Y por el lado externo, la crisis de la falta de una figura que pueda seducir al electorado en las próximas elecciones intermedias.
Las fotos con Ramón Rioseco y Jesús Escobar muestran más de lo mismo y tienen más que ver con posicionamientos post octubre que con el propósito anunciado. Ni Escobar ni Martínez van a ser candidatos. Rioseco tiene suficientes motivos para quedarse en la gatera, una de ellas es la necesidad de mantener la buena relación con Figueroa y no alimentar el fuego que pretende encender Darío Martínez para socavar el rendimiento electoral del Frente Neuquinizate.
“Loquito sí, pero la mía la gasto yo”, parece decirles Rioseco.
El otro interrogante que anda dando vueltas es si la intención de crear el frente anti Milei tiene que ver con que adentro del PJ las candidaturas serán digitadas por la expresidenta y que, en caso de que no haya ningún nombre de Darío Martínez seleccionado por Cristina, este tenga la opción de colar alguna figura cercana en el frente proyectado con Escobar utilizando la personería de su partido.
Demasiada ingeniería para una instancia donde al PJ le toca perder protagonismo tras décadas de retenerlo vía el kirchnerismo parrillista.
Un PJ que también debe pasar su invierno fuera del poder.