Miércoles 11 de Junio de  2025
MEMORIAS DE LOS VIENTOS

“El Sátiro de las Vírgenes”, el horror sexual que marcó a Neuquén

Dos violadores seriales, décadas de miedo colectivo y una etiqueta que el pueblo construyó para nombrar el espanto: un informe revela cómo se gestó en Neuquén la figura del "sátiro de las vírgenes", un mito urbano que hunde sus raíces en casos reales de violencia sexual extrema.

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El eco de un nombre, "el sátiro de las vírgenes", ha resonado por décadas en el imaginario colectivo de Neuquén Capital, tejiendo una red de temor y fascinación en torno a crímenes que marcaron a la provincia. Si bien no existe una figura legal o formal única bajo esta denominación, la investigación criminológica revela que este inquietante apelativo popular se asocia, de manera contundente, con dos nombres que sembraron el horror: Luis Antonio Cuculich, conocido como "El Serbio", y el enigmático Tello, que la información sugiere podría ser Luis Alberto Tello. Sus historias, entrelazadas por la violencia sexual serial contra mujeres jóvenes, ofrecen una ventana a las profundidades de la depravación humana y la incansable lucha de una comunidad por la justicia y la seguridad.

La figura de Luis Antonio Cuculich, "El Serbio", emerge como un escalofriante recordatorio de cómo la maldad puede ocultarse tras una fachada de normalidad. En Cinco Saltos, su localidad de residencia, era un hombre "bueno, esposo, padre y un vecino respetuoso". Una "máscara" perfecta, según los expertos, una habilidad clásica del psicópata para "aparentar ser bueno e inofensivo". Sin embargo, bajo esa apariencia, un psicólogo forense desveló una "psicopatía sexual" con "patrones de perversión y sadismo".

Cuculich eligió Neuquén Capital para sus actos, a salvo de su "vida honesta". Con su Ford Falcon gris, recorría la ciudad en busca de adolescentes, sus "presas", a quienes acechaba en baldíos y bardas. Sus ataques eran parte de un "ritual", con calculados "periodos de enfriamiento" para evadir la detección. La justicia y la policía de Neuquén, ante la naturaleza de los crímenes, no tardaron en identificarlo como el "primer caso de serialidad sexual de la provincia".

A pesar de ser condenado por tres delitos contra la honestidad y una privación ilegítima de la libertad, Cuculich, el "Depredador II", obtuvo la libertad condicional y finalizó su condena en 2009. La fría evaluación de los especialistas resonó como una sentencia tácita: "Para los especialistas, nunca se modificó el riesgo que representa". Un escalofriante vaticinio que subraya la resistencia de la psicopatía al tratamiento convencional. Hoy, con casi 80 años, vive en Neuquén, un recordatorio palpable de los desafíos que enfrenta el sistema para gestionar a delincuentes de alto riesgo una vez que cumplen sus penas.

El caso de Tello, que algunos indicios apuntan a Luis Alberto Tello, dibuja un capítulo aún más sombrío en la historia criminal de Neuquén. Su violencia no era nueva; ya se había manifestado en el ámbito doméstico, donde "golpeaba a su pareja, incluso a sus hijos". Pero fue en sus ataques contra menores donde su depravación alcanzó niveles indescriptibles. Abordaba a niñas pequeñas, algunas de tan solo 6 años, en plazas, ofreciéndoles dinero o golosinas antes de llevarlas a zonas descampadas.

Las víctimas de Tello sufrieron "lesiones indescriptibles", algunas requiriendo "intervención quirúrgica". En un acto que trascendió la agresión sexual, Tello "la desnudó, abusó de ella y le defecó encima". Un acto de profunda humillación y deshumanización, que revela un sadismo extremo y un deseo de ejercer un poder devastador sobre sus víctimas.

La investigación, dificultada por las "vagas características" de las jóvenes víctimas, dependió crucialmente de la "recolección de elementos biológicos, como sangre, semen, vello púbico y excremento". La indignación de los investigadores era palpable; "los buches saben de delincuentes, no de degenerados. Con esa lacra no se mezclan", confesó uno de ellos, reflejando el repudio social hacia la naturaleza de sus crímenes.

Tello fue detenido y condenado, ingresando a la cárcel a los 24 años. Pero la condena más profunda la recibió de su propia familia. Su pareja y sus cuatro hijos "jamás fueron a visitarlo", y sus hijos incluso "se quitaron el apellido paterno", un acto simbólico y práctico de rechazo absoluto.

La denominación "el sátiro de las vírgenes", aunque popular, no es una categoría formal. Es un constructo social, un "atajo social" que encapsula el horror de los depredadores sexuales seriales que atacan a mujeres jóvenes y vulnerables en Neuquén. La coexistencia de los casos de Cuculich y el enigmático Tello, ambos con víctimas jóvenes y patrones de violencia sexual serial, contribuyó a la consolidación de este apelativo.

Los casos de "El Serbio" y Tello no solo representan hitos en la historia criminal de Neuquén, sino que también plantean interrogantes fundamentales sobre la psicopatía sexual y la prevención de la reincidencia. La persistencia del riesgo en individuos como Cuculich subraya las limitaciones de las medidas punitivas tradicionales en la rehabilitación de trastornos de personalidad arraigados, exigiendo una reevaluación de las estrategias de gestión de riesgo post-liberación.