Hoy sábado 7 de junio se celebrará en todo el país el Día del Periodista, una fecha que conmemora la aparición de La Gazeta de Buenos Ayres, el primer medio de prensa nacional impulsado por la Primera Junta de Gobierno en 1810 y dirigido por Mariano Moreno. La efeméride recuerda los orígenes de la actividad periodística en Argentina, una herramienta clave para la construcción de ciudadanía, el acceso a la información y la defensa de la libertad de expresión.
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La celebración fue instaurada formalmente en 1938, durante el Primer Congreso Nacional de Periodistas realizado en la ciudad de Córdoba, donde profesionales de distintos puntos del país decidieron establecer esta fecha como reconocimiento al valor histórico y simbólico del periódico fundacional. En esa misma cumbre se elaboraron los borradores del Estatuto Profesional del Periodista, convertido en ley en 1944, que rige hasta hoy la actividad en términos de derechos laborales y principios éticos.
La Gazeta de Buenos Ayres vio la luz el 7 de junio de 1810, apenas nueve días después de la conformación de la Primera Junta. Concebida como un instrumento de comunicación política, tenía por objetivo informar al pueblo sobre los acontecimientos internos y externos de las Provincias Unidas del Río de la Plata y, sobre todo, reforzar las ideas revolucionarias que promovían la ruptura con el dominio colonial.
Mariano Moreno, secretario de la Junta, fue el principal redactor y figura intelectual detrás del proyecto. En el primer número, dejó asentada una de las frases más emblemáticas de su pensamiento político:
“El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien; debe aspirar a que nunca puedan obrar mal”.
El equipo de La Gazeta estaba conformado por destacadas figuras de la Revolución de Mayo, como Manuel Alberti, vocal designado oficialmente como editor, aunque rara vez firmaba sus aportes; Juan José Castelli, uno de los principales ideólogos; y Manuel Belgrano, entre otros. También participaron colaboradores como Bernardo de Monteagudo, Gregorio Funes, Pedro José Agrelo y Julián Álvarez. La publicación se mantuvo activa hasta septiembre de 1821, cuando fue reemplazada por el Registro Oficial, por decisión de Bernardino Rivadavia.